La transformación digital en el sector público ha traído consigo la necesidad de revisar, simplificar y estandarizar los procedimientos administrativos.
Así, en este proceso de cambio, una de las cuestiones más importantes es realizar una reflexión profunda para poder hacer una reingeniería de procesos que sea eficiente.
En este sentido, uno de los aspectos clave es la normalización de procesos o subprocesos comunes, es decir identificar y estandarizar workflows iguales y transversales que se repitan en múltiples procedimientos.
En la gestión administrativa, muchos procedimientos comparten procesos, etapas o acciones similares que suelen tener una secuencia lógica repetitiva y transversal
Un ejemplo claro de un subproceso común a muchos procedimientos administrativos es la “subsanación de deficiencias”. Este flujo aplica cuando hay una solicitud por parte del interesado.
En este escenario se va a repetir siempre el mismo patrón, a saber:
Esta secuencia de pasos se repite siempre que llamemos a este subproceso, independientemente del procedimiento que estemos ejecutando, por lo tanto, este workflow es susceptible de normalizarse y por qué no, de automatizarse.
En el ecosistema del procedimiento administrativo, tenemos muchos más ejemplos que siguen el mismo patrón, por ejemplo:
Estos subprocesos se convierten en bloques funcionales reutilizables dentro de los procedimientos, y su normalización permite construir flujos más eficientes y robustos
Estos subprocesos se convierten en bloques funcionales reutilizables dentro de los procedimientos, y su normalización permite construir flujos más eficientes y robustos, derivando muchas ventajas de ello, por ejemplo:
A partir de ese ejercicio de revisión y diagnóstico que debemos hacer en la entidad para identificar aquellos subprocesos que se repiten de forma transversal en distintos procedimientos, el objetivo final debería ser construir una imagen clara y consolidada de los subprocesos estándar que existen en la organización. Esa “foto final” se materializa en la elaboración de un catálogo de subprocesos estándar.
Esa “foto final” se materializa en la elaboración de un catálogo de subprocesos estándar
En este repositorio de flujos estándar se deberán documentar los subprocesos comunes a todos los procedimientos de la entidad, con sus lógicas, posibles variables que intervienen en su ejecución y actores intervinientes.
Por último, será fundamental involucrar a unidades jurídicas, técnicas y operativas para validar y mantener actualizados los subprocesos normalizados. De esta manera, se facilitará su reutilización, mejora continua y alineación con la estrategia de la entidad.
En conclusión, la normalización de los subprocesos administrativos no es solo una opción técnica, sino una decisión estratégica de la entidad, imprescindible para construir una administración pública más eficiente, coherente y centrada en las necesidades del ciudadano.
Avanzar en esta línea supone abandonar la lógica de “procedimientos aislados” y abrazar una visión modular, escalable e interoperable
Avanzar en esta línea supone abandonar la lógica de “procedimientos aislados” y abrazar una visión modular, escalable e interoperable, en la que los subprocesos se convierten en piezas clave de una administración más ágil, eficaz y transparente.